En busca de un hogar

The quiet girl (2022) es una ópera prima irlandesa de Colm Bairéad, adaptada de Tres luces de Claire Keegan. Estuvo nominada a los Oscars a Mejor película extranjera en la pasada edición y hace unas semanas estuvo exhibiéndose en salas.

Una película tierna con una protagonista que intenta entender el mundo que la rodea.

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En Irlanda, en 1981, Cáit, una niña de 9 años a la que su familia no le presta atención, pasa el verano en la casa de unos familiares lejanos. Allí descubre que la vida no tiene por qué ser como ella la conocía hasta ahora.

La niña tímida, callada, tranquila. Ya desde el título, la película presenta a su protagonista.

Es una película que no solo cuenta su historia, la cuenta desde su punto de vista; con planos fragmentados propios de una mirada de una niña que está entendiendo el mundo que la rodea sin comprender del todo. Un mundo que la rodea que lejos de acompañarla y hacerla sentir bien, la maltrata, le demuestra poco (o nada) de cariño.

Cait vive en una casa de padres que tienen una relación casi sin relación (el padre desaparece todo el día y vuelve a la noche; la madre parece que solo pare hijos una y otra vez); y en la que viven muchos hermanos de todas las edades posibles, con los que Cait tampoco se comunica y tampoco tiene casi relación.

Ella, allí en esa casa - referirse a un hogar no parece apropiado - es diferente, callada, “quietecita”. Nunca dice mucho, le gusta recostarse en el barro sola, y no puede defenderse ni decir nada sobre lo que pasa. En la escuela tampoco está muy a gusto. Y las hermanas tampoco la defienden.

Entonces aparece una invitación: ir a pasar el verano a la casa de la prima de la madre quien vive con su marido en un hogar silencioso, sin niños, un poco lejos. Un lugar luminoso, donde hay color. Un lugar en el que se detienen a mirar cómo está y cuánto creció, y en el que se preocupan por sus cosas.

El padre la lleva allí y la deja casi como en un intento de liberación, dejándole ese peso, consumidor de ahorros y come mucho, a otros. En algún lugar está incómodo y no puede entender cómo pueden querer quedarse con esta niña. Pero ella es bienvenida todo el tiempo que quiera.

Comienza la convivencia en este nuevo hogar. Uno de los logros de la película a nivel narrativo, más allá de su fotografía y puesta en escena, es que el espectador sienta ese mismo temor que siente ella al ser dejada en un hogar de extraños. No los conocemos, no sabemos si la van a querer y cuidar. Los primeros momentos de esa nueva vida de Cait son construidos desde el suspenso y la tosquedad de los nuevos vínculos y el irse conociendo. 

De este matrimonio, ella es más tierna y al comienzo parece ser la única que la acompaña y está con ella. Él hace un proceso similar al de la niña: habla poco, no sabe manifestar lo que le pasa y parece no querer que ella esté allí. Más adelante se irán explicando los motivos de lo abrumador de la llegada de esta niña. Sin embargo, si bien abrumador, se disponen a formar este nuevo hogar.

A medida que vamos conociendo a estos nuevos padres circunstanciales, y vamos conociéndola a ella, ese suspenso o temor va dando lugar al afecto, la ternura y pequeñas muestras de cuidado.

Seán Cinnsealach: Many's the person missed the opportunity to say nothing, and lost much because of it.

Muchos pierden la oportunidad de no decir nada y pierden mucho por eso.

Lo tranquilo o callado en la película está manifestado no solamente por las pocas palabras, si no también por las acciones que expresan mucho más.

Mediante recursos de la fotografía y el montaje, la película se detiene en silencios, miradas e incluso pequeños gestos para ir construyendo ese vínculo entre esta niña y sus nuevos cuidadores.

Al estar contada desde su punto de vista, la dirección está al servicio de ir precisando cómo ella va entendiendo ese mundo que la rodea y entendiendo que el mundo puede ser diferente al que vivía. Un nuevo mundo en el que la cuidan, le enseñan a bañarse, le dedican tiempo para peinarla; le enseñan las tareas y la estimulan a superarse.

Hay una diferencia clara que se traza: no la dejan estar sola. Siempre está cuidada, y acompañada. Y tratan de no dejar que le pase nada.

Se vuelve interesante cómo, cuando la niña llega a la nueva casa, el vínculo natural y directo es con quien sería la madre. Pero a medida que avanza el film, el vínculo que más cambia y pasa a ser clave, es el de ella con el padre.

La transformación de él comienza en los silencios, como de quien no quiere acercarse mucho hasta no saber que es seguro. Siguiendo con el irle enseñando las tareas de la granja. Regalándole una galletita con silencio y timidez. O cerrándole el abrigo y llevándola a un lugar que es especial para él. Ella va acompañando ese proceso y se van acercando, entendiendo. Y en esa transformación, este padre se distancia mucho más del padre biológico de la niña. En todo sentido.

Esta niña tranquila también cambia en este verano. Porque tiene lugar para hablar, le dirigen la palabra y es escuchada. La dirección de la película se vale de las diferentes formas en las que se puede hablar para narrar: a veces no son solo palabras, sino gestos, o abrazos.

The quiet girl es una película tierna, con una mirada muy sensible sobre la niñez y sobre los vínculos con los niños. La misma eficiencia en las palabras justas y necesarias de los diálogos, es trasladada al trabajo de dirección, montaje y fotografía, con planos y escenas medidas para transmitirnos el mundo del que viene esta niña y qué es lo que necesita en realidad: un hogar.

The quiet girl está en streaming en Hulu.

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