Las piezas del puzzle
The conversation, película de Francis Ford Coppola de 1974. Un puzzle, un armador de puzzle y una resolución inesperada.
La conversación, Francis Ford Coppola, 1974.
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El experto en vigilancia Harry Caul es contratado por un asistente de un cliente misterioso para seguir a una pareja joven. Siguiendo a la pareja a través de Union Square en San Francisco, Caul y su asociado Stan logran grabar una conversación críptica entre ellos. Atormentado por recuerdos de un caso anterior que terminó mal, Caul se obsesiona con la cinta resultante, tratando de determinar si la pareja está en peligro.
Las investigaciones suelen ser como armar un puzzle: hay que tener todas las piezas sobre la mesa, hay que encontrar el lugar de cada una y tener en cuenta que puede haber algunas pistas que nos confundan o simulen ser algo que no son.
La conversación, película dirigida por Francis Ford Coppola estrenada en 1974, es un puzzle en forma y en contenido. Pensemos la forma del puzzle, sus piezas, como los planos y el material filmado, y la forma en la que encastran es el montaje. Y el contenido como lo que parecen mostrar esas piezas que nos hacen creer que encajan en lugar y quizá no es tan así. Porque The conversation es, ante todo, un drama de misterio y crimen.
La película comienza con un plano aéreo que se acerca a una plaza en San Francisco. El movimiento de la plaza parece normal. Escuchamos el sonido ambiente: música, gente, ruido en general. El plano de a poco se concentra en un mimo que interactúa con algunos de los visitantes y de pronto se detiene en uno: un adulto de poco pelo que toma café y tiene un sobretodo, que se molesta cuando el mimo se arrima y avanza para alejarse. Este adulto es Harry Caul interpretado por Gene Hackman, el protagonista. Las piezas del puzzle comienzan a mostrarse.
En todo puzzle, hay alguien que tiene que mirar el la imagen general, colocar las piezas y hacer que encastren. Ese es Harry Caul, al que vamos conociendo de a poco. Al alejarse del espía ya sabemos que es un tipo solitario al que no le gusta que lo molesten. Es un espía, el mejor, que desarrolla sus propios dispositivos y estrategias para cumplir con su trabajo: lo contratan de forma privada para grabar conversaciones. Él es el que escucha, y el que tiene que unir las piezas.
Hasta entonces, él solo tenía que mirar las piezas, encastrarlas y terminar el puzzle; es decir: grabar, hacer que esas conversaciones se escuchen bien, y entregar el material a su cliente. Pero, ¿qué pasa si se detiene en ellas y empieza a obsesionarse con entenderlas y hacer que encastren? Y ¿qué pasa si la forma en la que las está encastrando implica que alguien corre peligro de vida?
Es entonces que el "armador de puzzles" pasa a tomar dos formas. Una es la de Harry Caul, el protagonista, el espía que está intentando unir esas piezas, que va escuchando las cintas, las va puliendo y regulando perillas para que se escuche la conversación completa: va teniendo una imagen.
Pero hay otro armador: el espectador, quien también tiene que unir piezas. Entonces hablemos de la forma de la película.
El montaje también es una forma que define cómo unir piezas de un puzzle, es elegir cómo hacerlo, cómo revelarlas. Las piezas en este caso son planos, las escenas y/o las secuencias. Ese encastre particular que construye Richard Chew (montajista también de Star Wars, Risky Business y Atrapado sin salida) revela de una forma específica de cómo ir mostrando esas piezas así va dando luz sobre la investigación - obsesión - de Harry mientas él intenta resolver qué significa esa conversación que escuchó. Nosotros espectadores vamos uniendo las piezas a partir de lo que nos cuentan las escenas que vamos viendo, en el orden en el que las vamos viendo.
El montaje contribuye especialmente a esta sensación de puzzle. Primero, por la repetición. Así como quien intenta entender un audio que poco se entiende y lo repite muchas veces. La escena que es escuchada la vemos muchas veces. Desde diferentes ángulos (había tres personas mirando la escena y grabando), y con diferentes sonidos (más cerca, más lejos, dependiendo de qué registró cada micrófono). A medida que Caul va pudiendo pulir ese audio, todos - protagonista y espectador - vamos escuchando más, vamos entendiendo algo diferente, el puzzle se va componiendo de forma diferente. Y las piezas van pareciendo otras piezas.
Las decisiones de montaje también contribuyen al misterio. Además de la repetición, se van revelando diferentes fragmentos de la conversación a medida que la película avanza. Y en este trabajo, también incide el sonido. Una dirección de sonido que, junto al montaje, construyen no solamente el universo y lo que sospecha Harry Caul, sino también que construyen su obsesión. A veces escuchamos solamente lo inentendible del audio mientras vemos cómo se mueve la cinta de la grabación; otras veces lo vemos a él escuchando y reaccionando, mientras la cinta se va aclarando; otras veces vemos la escena que está escuchando, con los escuchados y sus acciones en el parque, pero lo que escuchamos es la cinta grabada, no el sonido efectivamente del lugar. El excelente trabajo de Pat Jackson, Philip Rogers y Larry Jost respecto del sonido contribuyendo al montaje, merece un texto aparte.
Así la película va avanzando en la investigación, mientras monta en paralelo - una y otra vez - la escena del parque con la investigación; al punto que a veces parecen ser lo mismo.
Y mientras avanza la investigación, también conocemos más al armador de puzzles. Harry Caul es el mejor en su trabajo, desarrolla sus propios dispositivos para hacer aún mejor lo que hace y, como buen espía, se cuida de no ser escuchado o de que conozcan más de su vida.
Su profesión lo ha convertido en un tipo solitario. No construye vínculos personales con demasiada profundidad, ni permiten que lo conozcan demasiado. Vive solo, nadie tiene su teléfono y la relación romántica que tiene se termina porque él no puede responder preguntas sobre quien es. Nadie debería saber siquiera cuándo es su cumpleaños. Entonces cuando por primera vez él es el escuchado - y justo en una conversación en la que cuenta más de lo que debería sobre su vida privada - su enojo y crisis lo supera.
El conflicto moral se plantea. El tema de la película se consolida en lo moral de su trabajo. Hasta dónde escuchar, hasta dónde se es cómplice y hasta dónde intervenir. Un conflicto que se plantea de la mano de un personaje obsesivo que tampoco resolvió un caso anterior. El hecho de que puede llegar a ser cómplice de un asesinato lo profundiza.
Esta vez el puzzle sí lo tiene que resolver y entender qué está sucediendo entre esta pareja y por qué es importante escucharlos.
Las piezas del puzzle encastran eventualmente, pero para unirlas hubo que atravesar moralidades, persecuciones, y obsesiones.
Lamentablemente, The conversation está solo disponible en PlutoTV con doblaje al español.
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Lu Moreira
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